martes, 28 de febrero de 2012

Historia de un tomate

Cuando el sentido común se vuelve el menos común de los sentidos, resulta útil apelar al sentido estético. Así, Jordi Furtado nos cuenta en su cortometraje La isla de las Flores (Brasil, 1989) nada menos que la historia de un tomate. Pero no se trata de un tomate cualquiera, sino de uno de los tomates del señor Suzuki. Esta historia no es, sin embargo, una ficción. Y si con ella logramos dejarnos afectar por el significado de algunas palabras como "ser humano", "dinero", "dueño", "libertad", "lucro" o "cerdo", tal vez, después, dichas palabras puedan ser re-pensadas.


sábado, 18 de febrero de 2012

La morfología del afecto

Llevo varios días barruntando un no sé qué... Como si hubiera alguna idea en proceso de gestación. Claro que, por lo general, no solemos asistir a ese proceso y nos percatamos de la idea cuando ésta ya ha sido alumbrada. De ahí la expresión "decir paridas", ¿no? En fin, la cuestión es otra.
Todo empezó la semana pasada, mientras escuchaba una conferencia de Higinio Marín titulada "Los hábitos del corazón". Dicha expresión ya había sido empleada por Alexis de Tocqueville en su libro La democracia en América, para referirse a las prácticas y costumbres de los habitantes del continente americano. "Hábito", "habitante". No puedo evitar sospechar la conexión... En resumidas cuentas, Higinio Marín propone que la morfología del corazón, es decir, nuestra afectividad, se corresponde con la morfología de la sociedad en la que nos hallamos inmersos. Nuestra afectividad se configura al ritmo de nuestras sociedades, de acuerdo. Y prueba de ello es que la manera de afectarse o sentir es diferente según qué cultura y según qué momento histórico. Y sin entrar en la cuestión de si existen o no unos mínimos comunes, universales, propios del ser humano en tanto especie, enseguida me precipito a una situación de vértigo: dada la velocidad de cambio de nuestra sociedad, ¿es posible que las generaciones actuales nos veamos sometidas a una deformación constante de nuestra afectividad? 
Zygmunt Bauman emplea la expresión "amor líquido" para referirse al carácter fluido y efímero del sentir en la actualidad. El afecto debe ser flexible, reversible, de ida y vuelta. Ha de ser reciclable, convertible en otro. Nunca llega a solidificarse, siempre atento a nuevas posibilidades y a la necesidad de adaptarse a  nuevas situaciones.
Vamos perdiendo la capacidad de identificarnos con "nuestra" manera de sentir, que hoy es una y mañana puede ser perfectamente otra. ¿Y a qué debemos agradecérselo? Al ritmo cardíaco de esta sociedad frenética en que vivimos.
Higinio Marín se atreve a afirmar que la razón por la que los USA perdieron la guerra en Vietnam es de carácter sentimental: los norteamericanos, a pesar de su superioridad tecnológica y organizativa, no estaban emocionalmente preparados para un combate cuerpo a cuerpo, para asistir a tan desgarrador espectáculo. 
Y nosotros, que cada vez digerimos mejor la cobardía, la deslealtad y la traición; que nos volvemos apáticos frente a lo político, tolerantes con la injusticia, fieles a un mercado que nos alimenta a costa de otras vidas... ¿para qué estamos preparados? O mejor dicho, ¿para qué estamos siendo preparados? 

viernes, 10 de febrero de 2012

Derrida, ¿dónde reside la Verdad?


En opinión de Derrida, el lenguaje tiene un significado autorreferencial que impide referirse a un “ahí afuera”, a una verdad extralingüística. La verdad que predica el lenguaje no es más que un significado en flujo, metafórico, impreciso, sin ultimidad. No hay por tanto una verdad trascendente, sino una differánce.

Differánce es el título de una conferencia pronunciada por Derrida en 1968, en la Sociedad Francesa de Filosofía, en la que explica cómo dicha expresión no constituye ni una palabra ni un concepto. Aún así, se aventura a una explicación semántica: por un lado, differánce deriva del verbo latino “diferre” en el sentido de “posponer en el tiempo” (diferir en términos de una temporización posterior); por otro, atendiendo al mismo verbo, hallamos una significación distinta y habitual: “diferir” en el sentido de “no ser idéntico”, “ser otro”, “ser discernible”.

Con la expresión differánce, Derrida está aludiendo a la teoría del lenguaje de Saussure para referirse al movimiento según el cual el lenguaje, o mejor dicho la lengua, o todo código, se constituye históricamente como entramado de diferencias. Tanto es así que las palabras (y los símbolos, en general) nunca pueden resumir plenamente lo que significan y sólo pueden ser definidas mediante nuevas palabras de las que difieren, lo que implica que el significado queda siempre  pospuesto.

El análisis del lenguaje a partir de las teorías de Nietzsche, Heidegger y Saussure le llevará a Derrida a mantener que el discurso deconstructivista evidencia la incapacidad de la metafísica para "decir" el mundo: al analizar las palabras "deconstruimos" el significado de sus expresiones y nos damos cuenta de la imposibilidad de salir del esquema proporcionado por el lenguaje.

¿Dónde reside, pues, la Verdad? ¿Hemos de renunciar a ella?

miércoles, 8 de febrero de 2012

El "caso Hale" y el experimento de la cárcel de Stanford

El último tema del que nos estamos ocupando en Fundamentos de Psicología y Antropología  versa sobre psicología social. Hasta ahora, hemos aprendido unas cuantas cosas interesantes y, por supuesto, útiles. Por ejemplo: a la hora de juzgar a los demás, menospreciamos las circunstancias concretas en las que se ha desarrollado la conducta de un individuo y atribuimos su comportamiento a rasgos internos de su personalidad; y con respecto a nosotros mismos, tendemos a perseverar en nuestras creencias, ignorando las evidencias en contra de nuestras opiniones o sentimientos. También hemos concluido, a partir del caso real de Wyne Hale (el director de lanzamientos de la NASA cuando tuvo lugar el accidente del Columbia), que rectificar es síntoma de responsabilidad y de progreso humano y que, a fin de cuentas, cuando se rompe la armonía entre nuestra forma de actuar y nuestra forma de pensar, nos vemos a obligados a restituir el equilibrio psicológico de tal manera que, si no encontramos justificación externa suficiente para apoyar la violación de nuestros propios principios, nos vemos impelidos por nuestra mente a sustituir éstos por otros más acordes con nuestro comportamiento.


En el vídeo de arriba, Carol Anne Tavris expone la teoría de la disonancia cognitiva, remitiendo al "caso Hale". Si queréis saber cómo reaccionó la NASA y cuál fue la decisión que tomaron frente al director de lanzamientos, pulsad al play.

En el siguiente, Punset entrevista a Philip Zimbardo, el psicólogo responsable del famoso experimento de la cárcel de Stanford. Para que os hagáis una idea, se atribuyeron roles de reos y funcionarios de prisión a individuos que accedieron voluntariamente al experiemento y que, en principio, no manifestaban síntomas de violencia. Pues bien, hubo que suspender el experimento... 



Tras haberlos visto, espero una cadena de comentarios al respecto.

domingo, 5 de febrero de 2012

Ignorancia y feminismo

La ignorancia no sólo la padece el ignorante, no debemos subestimarla. Extiende sus tentáculos, sigilosa, hasta apoderarse de ideas y conceptos a los que estrangula para hacerles escupir sus significados. De manera que debemos extremar las precauciones, cada vez son más las palabras que significan menos, o significan mal.
Esto viene a un cuento: "Érase una vez una sexóloga en un IES". Abreviando, el cuento narra la historia de alguien que, ignorando su propia ignorancia, declaró ante un grupo de adolescentes expectantes no ser "ni feminista ni machista". Y la razón de ello, según ¿argumentó?, es que "el feminismo es lo mismo que el machismo, pero al revés".
Por más vueltas que le he dado a la palabra "feminismo" (mo-nis-mi-fe, omsinimef), no consigo comprender. No se trata ya de ser expertos en todo (ni en algo), sino de ser mínimamente respetuosos con el lenguaje, con la historia, con el pensamiento. No culpo a la susodicha sexóloga, que de lo suyo sabrá un rato, de la ignorancia generalizada de este mundo; ahora bien, su porción de ignorancia podría tener un impacto fatal. Estamos hablando de alguien que se dirige a generaciones enteras de adolescentes, de instituto en instituto, y que está pervirtiendo el valor de un concepto cargado de historia y de voluntad igualitarista. No pretendo que empecemos a desfilar hacia las bibliotecas en masa (aunque tendría su punto), bastaría con abrir el diccionario de la RAE y detenerse en "feminismo". El resultado de la búsqueda sería el siguiente:


(Del lat. femĭna, mujer, hembra, e -ismo).

1. m. Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres.

2. m. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.



Por supuesto, la historia y la comprensión del feminismo no se encuentran en la definición del concepto como tal. Pero es un mínimo, un "básico". Para quien quiera ir más allá, puedo hacer una recomendación inicial: la lectura de Sexo y filosofía, de Amelia Valcárcel (Anthropos, 1991, 176 páginas). De todas maneras, os dejo un fragmento de la grabación de la conferencia impartida por Celia Amorós con motivo del 20 Aniversario del Curso de Teoría Feminista. No tiene desperdicio...