sábado, 2 de junio de 2012

El espíritu del genio y el juego del gallina


En el parágrafo 44 del capítulo "Incursiones de un intempestivo" de su obra, ya tardía, Crepúsculo de los ídolos,  Nietzsche nos presenta su "concepción del genio" :

(...) El genio -en su obra, en su acción- es necesariamente un derrochador: en darse del todo está su grandeza... El instinto de autoconservación queda en suspenso, por así decirlo; la arrolladora presión de las fuerzas que se desbordan le prohíbe toda salvaguarda y toda previsión de ese tipo. (...) Él se derrama, se desborda, se gasta, no se economiza, -de manera fatal, irremediable, involuntaria, como involuntario es el desbordamiento de un río sobre sus orillas.(...)

La vida del genio sería, en este sentido, una vida vivida según las propias fuerzas. De nuevo emerge la cuestión fisiológica, siempre presente en Nietzsche. Y esto es lo que me lleva a Vincent, el protagonista de Gattaca... 

Engendrado de forma natural, sin previo diseño, en una sociedad sobretecnologizada, Vincent es declarado "débil" al nacer. Su problema, el cual le invalida para viajar al espacio exterior según aspira, es una dolencia cardíaca. Vincent se encuentra en una disyuntiva: aceptar un sistema de clasificación basado en la ciencia del número y la estadística, no acorde con sus fuerzas y sus ganas de vivir,  o desprenderse de toda moral establecia ( moral en sentido amplio)  y acuñar nuevos valores para sí.  Incluida la mentira... 

Pero no quiero destrozar la película, de manera que simplemente cuelgo el fragmento que nos da la clave por la que Vincent  pudo burlar todos los sistemas de control de su sociedad: una sociedad que confiaba más en la homogeneización y clasificación de sus individuos ( a Nietzsche le habría parecido que se trataba de una sociedad platónica, en sentido literal y no utópico, asqueada de sí misma, decadente) que en la exaltación del esfuerzo y la autosuperación. Y la victoria arranca con el enfrentamiento entre Vincent y su propio hermano, Anton, un producto genético de alta gama cuya "perfección" no pudo vencer al espíritu del genio... Ahí queda:




2 comentarios:

  1. La fuerza del genio nietzscheano, esa misma del "débil" Vincent es la misma que el poder del amante. Podrían todos, quizá, juntarse en uno, pues lo que les mueve es una voluntad que no se reserva, ni dosifica, ni piensa en un luego. Es idéntica corriente fluyendo por venas humanas.
    Es el genio concebido como ser tan amador de la vida que no se guarda nada, y que lo puede todo.
    Como el personaje rilkeano, que tantos poemas dedicó a Dios y a Lou Andreas-Salomé.
    Su potencia va más allá de tener cuerpo, igual que la victoria de Vincent se alza por encima de su no perfección, o el genio de Nietzsche se impone a pesar su frágil salud.

    "Apaga mis ojos, y podré verte,
    cierra mis oídos, y podré oirte,
    y sin pies podré llegar hasta ti,
    y aun sin boca podré conjurarte.
    Córtame los brazos, te abrazaré
    con el corazón como con las manos,
    párame el corazón, latirá el cerebro,
    y si en mi cerebro arrojaras fuego, aún te llevaría sobre mi sangre".

    Rainer Maria Rilke, del Libro de las Horas.

    Gracias por tu brillante idea, Marga.

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  2. Muchas gracias; se agradece un comentario que se eleva por encima de una sugerencia, completándola, mejorándola... Creo que en todo caso, el genio-que-crea y el amante-que-ama se mueven por una "pasión". Recuerdo que en "El secreto de sus ojos", dirigida por Juan José Campanella y protagonizada por Ricardo Darín, el personaje que hacía de compañero y amigo de éste, declaraba que sólo las auténticas pasiones tienen el privilegio o la desgracia de ser "sentimientos eternos". La vocación puede entenderse como un gran amor y un amor puede llegar a ser vocación...Así la vida, así el arte, así la filosofía...

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