En opinión de Derrida, el lenguaje tiene un significado autorreferencial
que impide referirse a un “ahí afuera”, a una verdad extralingüística. La
verdad que predica el lenguaje no es más que un significado en
flujo, metafórico, impreciso, sin ultimidad. No hay por tanto una verdad
trascendente, sino una differánce.
Differánce es el
título de una conferencia pronunciada por Derrida en 1968, en la Sociedad Francesa de Filosofía, en la que explica
cómo dicha expresión no constituye ni una palabra ni un concepto. Aún así, se
aventura a una explicación semántica: por un lado, differánce
deriva del verbo latino “diferre” en el sentido de “posponer en el tiempo”
(diferir en términos de una temporización posterior); por otro, atendiendo al mismo verbo, hallamos una significación
distinta y habitual: “diferir” en el sentido de “no ser idéntico”, “ser otro”,
“ser discernible”.
Con la
expresión differánce, Derrida está
aludiendo a la teoría del lenguaje de Saussure para referirse al movimiento
según el cual el lenguaje, o mejor dicho la lengua, o todo código, se
constituye históricamente como entramado de diferencias. Tanto es así que las
palabras (y los símbolos, en general) nunca pueden resumir plenamente lo que
significan y sólo pueden ser definidas mediante nuevas palabras de las que
difieren, lo que implica que el significado queda siempre pospuesto.
El análisis del lenguaje a partir de las teorías de Nietzsche,
Heidegger y Saussure le llevará a Derrida a mantener que el
discurso deconstructivista evidencia la incapacidad de la metafísica para "decir" el mundo: al analizar las palabras "deconstruimos" el significado de sus expresiones y nos damos cuenta de la
imposibilidad de salir del esquema proporcionado por el lenguaje.
¿Dónde reside, pues, la Verdad? ¿Hemos de renunciar a ella?
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